Tal vez esta sea de las noches más apacibles de primavera.
Estas noches totalmente despejadas y brillantes por sus estrellas. De momentos leves brisas acarician mi rostro trayéndome tranquilidad de donde vienen.
Sentada estoy frente a este hermoso lago; brillante por el reflejo de una hermosa luna y lleno de pureza, verdad, de paz...
Conforme pasan las horas de la noche, su brillo se vuelve aun mas resplandeciente, y a lo lejos puedo ver una figura que sobresale de a poco como si hubiera decidido salir de aquel manantial.
Todo es tan brillante, como perlas o estrellas que se forman conforme camina hacia mi.
Puedo verlo con claridad; es él.
Una vez pude distinguirlo, me di cuenta que mis ojos no estaban viendo ningún espejismo. De a poco y con claridad pude reconocer lo legitimo que era. Lo supe en cuanto sus ojos me miraron, y una sonrisa en su rostro me abrazó. Era de esta manera en que me volvía a trasmitir que podía confiar nuevamente sin ningún temor.
Sin embargo, una vez vuelva la luz del día, y los arboles a este bosque, volveré a perderme de este lago, y solo cuando vuelva a reconocer este mismo brillo en él, sabré que lo habré encontrado.
Desde aquella noche, busco en todas las miradas, las que reflejen con nitidez aquel brillo cristalino que vi en el lago.
Es lo único para poder reconocerlo y saber que es él.
15.02.2016
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