Todos los que de lejos la han visto han nombrado lo deslumbrante que es, su brillo sin igual, su belleza, su hermosura. Todo el que la mire se queda hipnotizado sintiendo en su interior una atracción de dirigirse hacia ella. Atrapados por su luz, por su magia.
Pero debía de saber que en algún momento no podría tener previsto todo, y que caería en una telaraña difícil de escapar, donde su único propósito era atraernos con su brillo engañoso. Ahora estoy atrapada aquí, pegada por una sustancia de nombre dulce.
Desde adentro el brillo ya no es el que se veía en su exterior, desde adentro vemos a todos los que han caído y han sido victimas de esta miel.
Estamos atrapados, porque aunque queramos salir no podemos. Aunque nos movamos, y despleguemos con fuerza nuestros miembros, es imposible. Nos lastima y nos mantiene cautivos.
Era difícil encontrar quien te advirtiese de esto afuera.
Los pocos que han salido victoriosos se les declaro alucinantes y que su historia carecía de realidad.
Lo único que se les recuerda de ellos es que han sido llevados por el camino, extraviados en el mundo, donde solo ellos conocían de la verdad, porque nadie les creía.
Pero en realidad, eran victoriosos.
Mi única salvación es esperar al nonagésimo segundo amanecer. En ese momento hay un cambio cósmico en toda la tierra media; arboles y bosques migran a otras tierras, los mares se cruzan y las estaciones cambian.
Estaré para entonces en otro lugar, pero aun en esta telaraña. Mi única oportunidad es que en esa nueva tierra puedan ayudarme a escapar.
Estoy ahogada, sin poder huir, dando mis últimas energías a soportar la espera, viendo el alba y el ocaso con infinita paciencia una y otra vez.
Pero hay momentos que no puedo mas.
15.11.2014
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